ALICIA.
“Tal
vez un día seas capaz de ordenar el tiempo”.
Carmen
Fabre.
A Alicia la recuerdo siempre con una toalla
amarilla al hombro y un libro en la mano camino del río o la piscina... Leía
novelas y libros de poemas: Madame Bovary, Los cuentos de Oscar Wilde, Rimas y
Leyendas de Bécquer…
En la piscina se tumbaba y leía alejada del grupo de adolescentes
ruidosos que hablábamos y nos empujábamos para
rozarnos, descuidadamente, en unas primeras y semi-clandestinas caricias
descubriendo una sensualidad inquietante. Cualquier excusa era
buena y despertaba en todos sensaciones
que se revelaban por primera vez como en un estudio fotográfico.
Pero
Alicia quería ser poeta, escritora; soñaba con enlazar pensamientos en palabras
y vivir grandes pasiones. A veces, cuando levantaba sus ojos del libro, se quedaba como ausente mirando a ninguna parte. Mostraba
una autoridad que contrastaba con la de
las demás chicas. Daba la impresión de que
deseaba saltar con pértiga sobre su edad y superarla en varios años, los
suficientes para escribir un libro.
Se convirtió ese verano en el
mito erótico de la pandilla de amigos entre los que yo me encontraba. La veía
inaccesible, lejana, misteriosa. No sabía cómo acercarme a ella. Rehusaba ir a las fiestas que se organizaban en casa de Luis
o de Jaime con la música de los Rollings o de los Bee Gees, Adamo, Los Brincos,
coca-colas y algo de alcohol. Vivía en su mundo de letras e imaginación.
Una noche del verano de 1970 al
regresar de las fiestas de Bárcenas
conseguí quedarme algo rezagado con ella en el camino de vuelta. No sabía muy
bien de qué hablar así que le pregunté qué libros había leído durante el
verano, qué escritores le gustaban, qué personajes
eran sus preferidos… Alicia se lanzó a hablar de modo apasionado, nunca la
había visto así… Un mundo maravilloso brillaba en sus ojos y sus manos
gesticulaban contando el argumento de “Nada”, describiendo a “Ena”, recitando:
“Asomaba a sus ojos una lágrima…”y evocando un futuro en el que ella escribiría
y crearía libros y personajes y poemas. Estaba convencido de que si alguien
podía ordenar el tiempo futuro, esa era ella.
Cuando por un momento calló, el
silencio se adueñó del camino, nos miramos y un magnetismo nos envolvió con su fuerza invisible .Un beso intenso brotó
de la nada, nuestros labios y cuerpos se
entrelazaron torpemente pero con una pasión que no he vuelto a sentir igual. Aquella
noche de verano y, en ese instante, se abrió la puerta de nuestro cuerpo de par en par.
Al año siguiente Alicia no
volvió, ni al otro, ni ningún otro. Tal vez un día vuelva a encontrarla pensé, después de varios
veranos inútiles en la espera.
Durante algunos años al entrar en las librerías o en la
sección de Literatura de los grandes almacenes busqué su nombre entre las
novedades. Incluso en ocasiones a través de Internet escribía su nombre y
primer apellido esperando encontrarlo entre el mundo de los escritores.
Nunca apareció y exactamente no sé cuándo dejé de buscarla.
Pero siempre recordaré la pasión por la escritura que me transmitió y el beso
en aquel camino.
Hoy la he vuelto a ver en un
centro comercial. Nos observamos escrutando con la mirada la imagen que el
tiempo nos devolvía del otro. Era Alicia, la reconocí porque a su lado estaba una adolescente exacta a ella salvo en la mirada.
A su alrededor tres críos más parloteaban pidiendo una bolsa de patatas, un
pastel de chocolate y un juego, todo a la vez.
Sonreímos de un modo forzado y ella me presentó a su marido, un hombre
de apariencia ruda, Manuel.
Sentí su mirada triste, huidiza
como si hubiera sido descubierta haciendo algo indebido, incómoda por la
situación. Nos despedimos mientras su
hija le pedía dinero para un bikini.
Ni rastro de aquella niña que
besé en un instante mágico, ni del brillo en sus ojos al hablar del futuro. Algo se desprendió de mí y cayó en el
vértigo del tiempo.
CARMEN FABRE
3 comentarios:
Un relato indudablemente romántico y con esa pátina de nostalgia que a mí tanto me agrada. Al leerlo, han aflorado en mí recuerdos que, sin ser coincidentes en los hechos, se asemejan en los sentimientos. Los cambios indeseados y las pérdidas siempre conducen hacia tristes remembranzas.
Ha siso una lectura muy placentera.
Un abrazo.
Bonita frase introductoria y bonito relato!! ¿Si supiésemos qué es el Tiempo? Me lo imagino como un gusano enrollado sobre si mismo mientras atrapa con su boca el final de sus anillos. Si algún día llegásemos a descubrir qué es la Consciencia, tal vez seríamos capaces de ordenar el Tiempo. Saludos.
Rafael Mulero
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