Siempre había pedido tiempo, nunca tenía suficiente y mi vida era una maraña de acontecimientos que transcurrían uno detrás de otro sin un espacio de continuidad lógica.
Recuerdo que en una ocasión dije: “El mejor regalo que me podrían hacer es: TIEMPO”
Así transcurría mi vida…pidiendo tiempo, buscando tiempo, agobiada por la falta de tiempo.
La noche anterior a mi cumpleaños recibí una tarjeta, decía lo siguiente:
“Mañana tendrás un regalo muy especial. Ve a la siguiente dirección:
C/ RELOJ DE ARENA 21, piso 1º a las 9 en punto de la mañana y entra en la habitación del fondo”
Iba sin firma. Yo sospeché que se trataba de un regalo sorpresa de mis amigos y me hacía ilusión, aunque tenía que perder un tiempo precioso para ir allí a esa hora.
Al día siguiente, fui a la dirección indicada. La puerta del piso estaba abierta, entré. Recorrí un pasillo largo y bastante lúgubre y ahí estaba la puerta de la habitación del fondo. Me quedé mirándola un rato y sentí una especie de estremecimiento, pero no me fui y la abrí.
Al otro lado de la puerta aparecieron una serie de relojes de todo tipo, de arena, de cuco, de cuerda, digitales, clépsidras, de péndulo, cronómetros, relojes de agujas, analógicos... y todos comenzaron su sonido… el tiempo empezó a rodearme y a hacerme suya; mientras, la puerta se cerraba detrás de mí. Una sensación de terror me envolvió; quise escapar de allí pero el tiempo me paralizó, empezó a pasar sobre mí a poseerme a invadirme. No pude hacer nada… no puedo hacer nada…estoy atrapada en el tiempo para siempre.
2 comentarios:
Ofú! Que miedo, cariño. En ocasiones también he estado tentada de desear más tiempo, pero, no porque ¿sabes qué? En este mundo que vivimos el problema no es la falta de tiempo, se trata simplemente de poner en orden nuestras prioridades.
Ala, que me voy de vacaciones y tú también, ese es el tiempo que necesitamos. Te quiero.
Hay un principio y un fin para cada existencia, tenemos que aceptarlo, de nada sirve pedir más tiempo. Lo importante es no dejar que se nos escape entre los dedos inútilmente. No es cuestión de cantidad, sino de calidad.
Como este momento, Carmen, en el que disfruto de tu escritura, de tu compañía...de ti y de tu tiempo. Gracias por compartirlo.
Besos y un fuerte abrazo.
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