lunes, 29 de julio de 2013

COMPRA-VENTA.

COMPRA-VENTA.

Como cada tarde al volver del trabajo, entré en el portal  y después de pulsar el botón del ascensor abrí el buzón. Mientras subía barajaba entre mis dedos las pocas cartas, siempre del banco, y la propaganda.

Ya en casa dejé la correspondencia encima de la mesa. Me duché, cené y mientras lo hacía revisé su contenido: recibos de la comunidad, luz, aportación al plan de pensiones, seguro de entierro, transferencia mensual a mi hija, financiera de El Corte Inglés, VISA…lo de siempre. Iba a romper y tirar lo que consideraba no necesario guardar, casi todo, y me fije en un tríptico: “ALMACÉN DE RECUERDOS, se compran y venden recuerdos a buen precio. Aproveche esta oportunidad de conocernos”.

Lo guardé.

Pasaron varias semanas y reparé en él de nuevo. Era viernes, mañana sábado iría. Me llamaba la atención la  mezcla de algo tan inmaterial como los recuerdos con el dinero. La curiosidad se disparó y ya no podía volver a la recámara.

En la dirección indicada había una tienda diferente a los locales modernos y minimalistas propios de la zona en que se ubicaba.

Entré y sonó un tintineo que me trasladó por un momento a la juguetería de mi infancia que no tenía nombre, pero que yo llamaba “La tienda verde” su dueña era  la señora Herminia. Murió hace mucho y ahora en su lugar hay un local de esculpir uñas, regentado por una familia de chinos.

Percibí algo indefinible, distinto. No fue desagradable, simplemente diferente.

Me acerqué al mostrador y un hombre de aspecto amable y edad parecida a la mía me sonreía amablemente mientras miraba por encima de sus anteojos y limpiaba con especial cuidado un estuche de lápices de colores “Stabilo”.

—¿Qué desea vender, señor…

—Alfonso, me llamo Alfonso.

—La verdad es que no sé qué hago aquí, creo que es simple curiosidad. Todo esto me parece muy extraño y no lo comprendo. ¿Me podría explicar en qué consiste?

—Sencillo. Usted se desprende de un recuerdo agradable, yo le pago según la importancia que haya tenido en su vida, se lleva el dinero y se queda sin él y todo lo que le rodeaba. Pagamos muy bien.

La situación económica no era buena, más bien bastante desastrosa y ¿por qué no? He vivido mucho y algunos de mis recuerdos quedan ya lejanos, puedo vivir sin ellos. Sí, venderé alguno.

—Le vendo el recuerdo del día en que mi padre me trajo desde Madrid en la baca del seiscientos la bici Orbea roja.

—Hecho.

Salí de allí con un buen fajo de billetes y al instante olvidé la sonrisa de mi padre al abrazarme, el roce de mi manos sobre el esqueleto de la bici, el sonido de los pedales al girar y la emoción al montarme en ella. 
También la mirada de Marilén y su mano sobre la mía preguntándome que si le dejaría dar una vuelta y tocar el timbre.

A los pocos días volví. Esta vez vendí el recuerdo de mi primer beso. Más adelante mi viaje a París, después el de la noche apasionada con Laura….y muchos más. Con cada uno se evaporaban todas las imágenes asociadas.

Hace unos días al volver dispuesto a vender más recuerdos el dueño me preguntó si no querría quitarme algún mal recuerdo pagando, eso sí, una suma razonable. Y negociamos. Pagué por desprenderme de mi fracaso con Irene, de la traición de Juan, de la pérdida de mi primer trabajo, de cuando me pillaron falseando las cuentas… Conforme iba pagando los malos recuerdos desaparecían.

Llegó  a convertirse en algo adictivo. Compraba y vendía compulsivamente recuerdos buenos y malos.

Un día me levanté enfermo, literalmente enfermo. Fui al médico y me mandó una serie de pruebas. Las llevé y compungidamente me diagnosticó Alzheimer o cáncer, no me acuerdo.

No pasa nada, mañana voy al “Almacén” y pago por desprenderme del recuerdo de la consulta de hoy.

CARMEN FABRE.



















14 comentarios:

Angeles Fernangómez dijo...

Jooopeee!!! Lo tuyo es eso de la imaginación al poder, eh.
Me ha encantado. Es una idea muy original, y con mucha, enjundia

Máximo Cano dijo...

Buenos días Carmen. Me ha encantado tu relato. Pagaría por quitar parte de mis malos recuerdos.
¿Como debo hacer?
Saludos.

Emilio Porta dijo...

No puedo marcharme sin poner una nota de recuerdo en este relato tan absolutamente especial. Es una demostración de cómo la imaginación y la capacidad literaria se pueden combinar creando un relato conceptualmente perfecto y emocionalmente maravilloso. Enhorabuena, Carmen. Es, sencillamente, extraordinario.

Ana Galán dijo...

Carmen, el relato es muy bueno, pero te hago una puntualización. El párrafo en que sale con los billetes y enumera los recuerdos perdidos, yo lo pondría antes de vender la bici, cuando nombra la Orbea roja (esa era mi bici), porque una vez vendido, se supone que ya no recuerda. Quizá es una tontería, pero a mí me chocó que con los billetes en la mano recordara, aunque fuera para perderlos.

Mari Carmen Azkona dijo...

Un relato extraordinario, Carmen, aunque eso en ti no es extraordinario :-) Imaginativo, bien escrito y que da mucho que pensar. Yo creo que no renunciaría a ninguno de mis recuerdos, ni siquiera los malos. Forman parte de mi identidad… soy gracias a ellos.

Enhorabuena, Carmen, qué derroche de talento.

Besos y abrazos.

Josep Mª Panadés dijo...

Sin recuerdos no somos nada aunque vivir sólo de recuerdos es muy triste. Me ha encantado el relato. Ha sido mi primera visita a este blog y desde luego no será la última. Si me acuerdo. Un saludo de un nuevo seguidor.

Rosa dijo...

Qué bueno!, bien construido, original y con un final impactante. Me ha encantado, y aunque tal vez mañana no lo recuerde, espero no olvidar la sensación que me causó.

Un beso cielo

carmen fabre dijo...

Muchas gracias Ángeles, un besazo.

carmen fabre dijo...

Máximo bienvenido a mi casa. Pues yo creo que es imposible, solo podemos superarlos y aprender.

Gracias por tu visita y ven cuando quieras.

Un beso.

carmen fabre dijo...

Emilio tú si que eres un extraordinario amigo. Gracias, una vez más.

Beso.

carmen fabre dijo...

Ana lo pensé, pero después de ponerlo de las dos maneras, me gustó más así.

Muchas gracias por tus observaciones, siempre me ayudas.

Beso.

carmen fabre dijo...

Mari Carmen te digo como a Emilio, vosotros si que sois extraordinarios.

Beso.

carmen fabre dijo...

Josep bienvenido y espero que sí te acuerdes...

Muchos besos y gracias.

carmen fabre dijo...

Rosa tú siempre pendiente, muchas gracias, corazón..

Besos grandes.

Publicar un comentario

Gracias por visitarme.