TALLER.
Recogía sus encargos en el
antiguo taller heredado de su padre. Era de la familia desde un tiempo desvanecido en la niebla de la magia.
Al amanecer se le escuchaba
trajinar con herramientas y un susurro
de palabras, como un mantra, que repetía sin cesar.
Arreglaba roturas provocadas por engaños,
decepciones, mentiras , traiciones y demás infamias.
Pero lo que nadie sabía es que
cada vez que reparaba un nuevo corazón y lo entregaba con el latido acompasado,
al suyo le quedaba un trocito menos.
CARMEN FABRE.
2 comentarios:
Pero yo creo que se le regeneraba, vaya que sí.
Igual sí...quién sabe.
Gracias, Ángeles. Besos.
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