-¡¡Será
si yo lo permito!!
Después de decir esas palabras Louise se
marchó del salón sin permitir, si quiera,
una contestación por parte de Benjamin o mía. Su modo de actuar se iba convirtiendo
en una costumbre que no lograba asimilar
ni entender.
-Ya
hablaré yo con ella-dijo Benjamin-
déjelo de mi cuenta, Carmen.
-¿Pero
qué le he hecho yo ¿ ¿Por qué me odia de esa manera? A otros de mis compañeros,
sé que les trata de modo diferente, les he oído contar sus encuentros con ella…
no lo acabo de comprender. Más que preguntas a Benjamin eran reflexiones que yo
me hacía, sin esperar contestación.
-Ya le
he dicho que no se preocupe, es todo más complejo de lo que parece, Carmen.
Benjamin, movió su silla de ruedas hacia una escribanía
que había al fondo del salón. Tenía en su mano una llave dorada, pequeña y con unas filigranas extrañas,
diferentes y muy peculiares. Abrió uno de los cajoncitos y extrajo un sobre
amarillento, pero no viejo. Si los objetos inanimados pudiera tener edad vital,
yo diría que era joven a pesar de no
parecerlo .En la solapa tenía un sello de lacre rojo, era un círculo con
una M en el centro.
-Toma
éste sobre y, cuando hayas descansado un poco, vas al pueblo, ahora estás
agotada. Busca una librería, Mushroom
Pillow, su dueño se llama Rafael, le entregas el sobre de parte de Akane.
-¿De
Akane? ¿Por qué de Akane?- dije yo.
-Así
lo abrirá.
Desconcertada
cogí el sobre, no hice más preguntas y
subí a mi cuarto. Me eché sobre la cama mientras notaba la mirada de Morrigan; en
su boca, me pareció que se dibujaba una sonrisa cómplice.
Debí
quedarme dormida casi al instante y me sumergí en un sueño extraño. Me
encontraba rodeada de libros, libros viejos, libros nuevos, caros, baratos, en
mesas, en sillas, desordenados, alineados , organizados por colores o por
tamaños... y en el centro de todos ellos un personaje alto, con ojos de ratón ,
un guardapolvo gris y un libro grande , tanto como él, en el que iba anotando
los nombres de los autores de los libros , a continuación y con un ritmo
pautado éstos se introducían dentro de sus textos…y comenzaban a leer poemas,
diálogos, descripciones…el tumulto era tal que me desperté sobresaltada,
sentándome en la cama como si hubieran activado en mí un resorte.
No
sabía bien qué hora era, pero por la luz que entraba debía ser media tarde.
Bajé al comedor, al descender por las escaleras escuché unas voces, estaba a
punto de subir otra vez hacia mi cuarto cuando una de esas voces dijo:
-Hola,
¿quién eres?
Miré y
vi a una chica joven de unos treinta y pocos años, morena, pelo corto con un flequillo desigual y una sonrisa
encantadora.
-Buenas
tardes, me llamo Carmen.
-Yo
soy Laura. ¿Quieres chocolate, Carmen? He descubierto una caja de bombones
belgas riquísimos. Ven siéntate conmigo, estoy aburrida, no sé qué hacer, mi
novela se ha atascado en …”y entonces, envuelto en la bruma…”
-Gracias,
pero tengo que ir al pueblo, debo hacer algo allí.
-¿Al
pueblo? Te acompaño, espera que me quito los tacones y bajo con algo más
apropiado.
Sin
darme tiempo a decir nada más, Laura subió como una centella escaleras arriba.
A los pocos minutos estábamos saliendo de Mhanseon.
En el
camino hacia el pueblo Laura y yo comentamos cómo y por qué habíamos llegado a
Mahnseon. No hablé mucho de mi verdadero motivo, ni del objetivo que me había
propuesto conseguir, todavía no era capaz de confiar en los demás, lo vivido en
los últimos años hacía que siguiese actuando con cierta prevención, todavía no
estaba recuperada.
-¿Qué
vas a hacer en el pueblo?-dijo Laura.
-Voy a
la librería. Tengo un encargo.
-¿Un
libro?
-No
exactamente…
-Bueno
si no quieres contármelo, vale, no pasa nada.
Miré a
Laura detenidamente y, al cabo de unos minutos, me decidí a relatarle todo lo
que me había ocurrido en los días que llevaba en Mhanseon.
-¡Caray!
No he tenido relación con Louise, pero ha tenido que ser bastante desagradable,
aunque conociendo su historia puede entenderse. De cualquier forma no comprendo
su comportamiento contigo, sin ir más lejos, con Luna no ha actuado así.
-Ya-dije
con un tono de tristeza-ya lo sé.
-Bueno,
no importa, ya me considero amiga tuya y te voy a ayudar en lo que pueda.
Sonreí,
hacía mucho tiempo que nadie se ofrecía desinteresadamente a ayudarme… noté la
sensación de que el peso que llevaba en el alma iba aligerándose, era
agradable.
Después,
Laura comenzó a contarme algo de su historia, de su vida. También existían claroscuros,
también había dolor que ella intentaba sublimar adoptando, por propia
convicción, una actitud risueña y
alegre, sincera pero que le costaba; era un trabajo impuesto por ella misma
como terapia. De alguna manera necesitaba Mhanseon, tanto como yo; no eran unas
simple vacaciones, también, para ella, era algo más.
Llegamos
al pueblo y preguntamos por la librería. La gente nos miraba con cierta
desconfianza y cuchicheaba a nuestro paso. Un niño nos dijo donde estaba, en
una calle algo alejada de la principal.
Las
letras que dibujaban su nombre MUSHROOM PILLOW eran de madera, labradas,
cinceladas cada una con dibujos llenos de fantasía y de magia: brujas, gnomos,
ondinas, hongos animados, hadas...
Al
entrar una campanilla repiqueteó. El ambiente era acogedor, rezumaba
tranquilidad y sosiego. Las paredes estaban llenas de estantes con libros
colocados en aparente desorden pero que, seguro, tendría un sentido, el que
fuera. Al fondo y en huecos de los laterales pequeños veladores y butacas
forradas de terciopelo verde musgo y rojo vino invitaban a sentarse y leer… un
aroma a café impregnaba todo.
Un
hombre joven con una sonrisa dulce se dirigió hacia nosotras. Tenía aspecto agradable; en su cuerpo y no sé por
qué, se adivinaba una agilidad y elasticidad naturales. Los ojos asomaban
curiosos por encima de unas gafas de pasta negra. Se cubría la cabeza con una
gorra negra calada que le daba un toque peculiar y muy personal. Su fusión con
el local era perfecta.
-¿Qué
desean señoritas? Aunque solo con gozar de su presencia, es suficiente- dijo
cordialmente.
Laura
se sonrió y yo le miré con cierto reparo.
-¡Uy,
qué amable!-dijo Laura colocándose el flequillo con un gesto de lo más
elegante.
-Es mi
amiga Carmen la que tiene un encargo para ti, yo, mientras, me voy a dar una vuelta.
Se
giró y comenzó a curiosear en unos estantes en los que se alineaban libros de
Poesía y Magia que estaban asombrosamente ¿o no? Ubicados en la misma sección.
-Usted
dirá, Carmen.
-Vengo
de Mhanseon...
Sin
dejarme acabar dijo:
-¿De la
casa? ¿Sabe si ha llegado Weird Lady?
-No
tengo ni idea, además no sé quién es. Vengo a darle un sobre.
-¿Un
sobre? ¿A mí? ¿De quién?
-Es de
parte de Akane.
-¿De
Akane? –dijo Rafael entre sorprendido y emocionado-Traiga, démelo, por favor.
Casi
me lo quitó de las manos .En ese momento vi venir a Laura por el pasillo
central de la librería con una chica de rasgos orientales que dijo:
-¿De
mi parte? Eso es imposible…
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