Yoel Tordjman. |
¿Ventanas abiertas? Ella no veía
ninguna.
Lucía no recordaba desde cuándo estaba en el túnel; hacía mucho, sin duda .Pero sí
sabía qué le llevó hasta él y quedarse: ansiedades, dolores difusos, que no se
podían localizar en un órgano concreto y temores indefinidos acompañados
de una tristeza infinita.
Y allí permanecía acurrucada, encogida, callada…
Las paredes eran
translúcidas, no había ventanas ni nada que permitiese paliar la
sensación de ahogo permanente, parecían
estar fabricadas de un extraño material permeable por el que se colaban la tristeza y la pena, transmutadas
en puñales difíciles de esquivar y que,
cuando hacían diana, bloqueaban
totalmente la alegría y el deseo. Era
extraño, oscuro y húmedo.
Antes de meterse en él pasó por
varias fases. Pidió ayuda a los que le rodeaban hasta que entendió que por más
que lo dijera, por más que describiera lo siniestro y agobiante de su espacio,
nadie la comprendería, lloró, se sintió desamparada y al final se rindió.
Palpaba a través de las paredes membranosas del túnel a algunos de los que veía fuera, ellos no se daban cuenta de que ella estaba dentro y lo peor de todo es
que no sabía cómo hacérselo ver. Además su alegría, su cotidianidad le
molestaba, le producían una rabia y enfado enconado ¿Por
qué se reían? ¿No veían lo que ella estaba pasando? ¿No notaban que se ahogaba
allí dentro?
Mari Sol, su pequeña, era la
única que podía deslizarse dentro porque
aún era niña y sí que veía las paredes y una grieta, una ventana por donde
podía entrar y salir. Las ocasiones en que se colaba dentro, hablaban y
hablaban a pesar de que los demás aseguraran que no lo hacían, y se lo
comentaban al Dr. Romero cuando la llevaban
a verle en su consulta. Mentira, ellos
no eran capaces de oírlas, no entendían. De cualquier manera dentro de poco tiempo, Mari Sol, en cuánto
cambie su mirada y deje de ser niña, no podrá atravesarlo ni encontrar la
grieta, su contacto con ella terminará y entonces sí que estará sola; ya, definitivamente.
En las paredes ve que hay palabras escritas, dibujadas con
diversas grafías pero que, en definitiva, todas significan lo mismo: “Embrutecimiento”.
Pero pone: Escitalopram, dobupal, sertralina, amitriptilina, alprazolam,
cloneazepan…
A veces, pocas, intentaba buscar
nuevas estrategias, se planteaba hacer algo diferente. Ayer, por ejemplo,
decidió que, en vez de andar por el túnel de arriba abajo, iba a cavar en las
paredes a ver qué pasaba, a abrir ventanas. Igual lograba salir; palpó un bulto
y apretó. Se abrieron una serie de túneles parecidos al suyo, cada uno con un
nombre escrito en su entrada: Zaira, Sebas, Ginebra, Ilia, Morgan, Fer…, eran
tan intrincados que no se veía el final; podrían llegar a cualquier parte del
mundo, seguro.
Todos eran similares y al mismo
tiempo diferentes. Alguno incluso más tenebrosos que el suyo, otros estaban
decorados como un hogar y sus inquilinos parecían llevar allí mucho tiempo;
tal vez habían dejado de buscar la salida, los había
que tenían huéspedes extraños y unos pocos algo de luz…
Puso la mano sobre uno de los huecos que había excavado en la
pared y algo ocurrió: Comenzó a oír
conversaciones entre los habitantes de los túneles y se identificó con sus
experiencias y mientras su mano se mantenía allí apoyada sentía el calor de infinitas manos que, como
la suya, tocaban, rozaban las paredes. Encontró
muchos como ella, muchos a los que no era necesario explicar nada porque
conocían sobradamente lo que pasaba, nunca más volvió a sentirse sola.
Y ocurría que, de vez en cuando, alguno de los
túneles se quedaba vacío; su ocupante lograba
abrir ventanas, encontrar la
salida y tomarla.
Quizá algún
día sería el suyo.
CARMEN FABRE
3 comentarios:
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Excelente relato de una realidad que introduce a los sujetos en un espacio estrecho, supeditado a la oscuridad. La clave es no sentirse sola, encontrar la ventana.
Gracias M.Carmen por brindar la salida.
Besos.
Recuerdo este relato. Es de los mejores que has escrito, reina de picas.
Y supongo que más de uno se estremecerá al ver lo bien que has sabido pintar sus pensamientos.
Un abrazo.
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