lunes, 28 de enero de 2013

EL TÚNEL.

Yoel Tordjman.








¿Ventanas abiertas? Ella no veía ninguna.

 Lucía  no recordaba desde cuándo estaba  en el túnel; hacía mucho, sin duda .Pero sí sabía qué le llevó hasta él y quedarse: ansiedades, dolores difusos, que no se podían localizar en un órgano concreto y temores indefinidos acompañados de   una tristeza infinita.

 Y allí permanecía  acurrucada, encogida, callada…

Las  paredes  eran  translúcidas, no había ventanas ni nada que permitiese paliar la sensación de ahogo permanente,  parecían estar fabricadas de un extraño material permeable  por el que se colaban la tristeza y la pena, transmutadas en puñales difíciles de  esquivar y que, cuando hacían diana,  bloqueaban totalmente la alegría y el deseo. Era extraño, oscuro y húmedo.

Antes de meterse en él pasó por varias fases. Pidió ayuda a los que le rodeaban hasta que entendió que por más que lo dijera, por más que describiera lo siniestro y agobiante de su espacio, nadie la comprendería, lloró, se sintió desamparada y al final se rindió.

 Palpaba a través de las paredes  membranosas del túnel  a algunos de los que veía  fuera, ellos no se daban cuenta  de que ella estaba dentro y lo peor de todo es que no sabía cómo hacérselo ver. Además su alegría, su cotidianidad le molestaba,  le  producían una rabia y enfado enconado ¿Por qué se reían? ¿No veían lo que ella estaba pasando? ¿No notaban que se ahogaba allí dentro?

Mari Sol, su pequeña, era la única que podía deslizarse dentro  porque aún era niña y sí que veía las paredes y una grieta, una ventana por donde podía entrar y salir. Las ocasiones en que se colaba dentro, hablaban y hablaban a pesar de que los demás aseguraran que no lo hacían, y se lo comentaban al Dr. Romero cuando la llevaban  a verle en su consulta.  Mentira, ellos no eran capaces de oírlas, no entendían. De cualquier manera  dentro de poco tiempo, Mari Sol, en cuánto cambie su mirada y deje de ser niña, no podrá atravesarlo ni encontrar la grieta, su contacto con ella terminará y entonces sí que  estará sola; ya, definitivamente.

En las paredes  ve que hay palabras escritas, dibujadas con diversas grafías pero que, en definitiva, todas significan lo mismo: “Embrutecimiento”. Pero pone: Escitalopram, dobupal, sertralina, amitriptilina, alprazolam, cloneazepan…

A veces, pocas, intentaba buscar nuevas estrategias, se planteaba hacer algo diferente. Ayer, por ejemplo, decidió que, en vez de andar por el túnel de arriba abajo, iba a cavar en las paredes a ver qué pasaba, a abrir ventanas. Igual lograba salir; palpó un bulto y apretó. Se abrieron una serie de túneles parecidos al suyo, cada uno con un nombre escrito en su entrada: Zaira, Sebas, Ginebra, Ilia, Morgan, Fer…, eran tan intrincados que no se veía el final; podrían llegar a cualquier parte del mundo, seguro.

Todos eran similares y al mismo tiempo diferentes. Alguno incluso más tenebrosos que el suyo, otros estaban decorados como  un hogar  y sus inquilinos parecían llevar allí mucho tiempo; tal vez   habían dejado de buscar la salida, los había que tenían huéspedes extraños y unos pocos algo de luz…

 Puso la mano sobre  uno de los huecos que había excavado en la pared  y algo ocurrió: Comenzó a oír conversaciones entre los habitantes de los túneles y se identificó con sus experiencias y mientras su mano se mantenía allí apoyada  sentía el calor de infinitas manos que, como la suya, tocaban, rozaban  las paredes.  Encontró  muchos como ella, muchos a los que no era necesario explicar nada porque conocían sobradamente lo que pasaba, nunca más volvió a sentirse sola.

 Y ocurría que, de vez en cuando, alguno de los túneles se quedaba vacío; su ocupante lograba  abrir  ventanas, encontrar la salida y tomarla.

  Quizá algún día sería el suyo.

CARMEN FABRE

3 comentarios:

Nelson dijo...

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Rosa del Aire dijo...

Excelente relato de una realidad que introduce a los sujetos en un espacio estrecho, supeditado a la oscuridad. La clave es no sentirse sola, encontrar la ventana.
Gracias M.Carmen por brindar la salida.
Besos.

Vichoff dijo...

Recuerdo este relato. Es de los mejores que has escrito, reina de picas.
Y supongo que más de uno se estremecerá al ver lo bien que has sabido pintar sus pensamientos.
Un abrazo.

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