martes, 11 de junio de 2013

EVA.

EVA.

—Yo llamaría al animal con coraza “armadillo” en vez de “dragón”.

—¿Ya empezamos? Estoy harto, me has hecho cambiar de nombre a docenas de criaturas.

—Es que no le pega.

—Pues Dios me lo encargó a mí, bonita, y me gusta el nombre de “dragón”.

—Ah no, eso sí que no, lo dijo en plural, que me acuerdo muy bien.

—Ya pero a ti te hizo de una costilla mía así que yo estaba antes, tengo prioridad.

—Si es que lo haces fatal. Tienes que mirar al animal y deducir por su aspecto el nombre que le va mejor. Es muy divertido, verás.

—¿Ves a aquel que tiene el cuello muy largo? Pues se tiene que llamar “jirafa”.

—¿Jirafa? Qué clase de nombre es ese? Yo pensaba en algo mucho mejor: “león”.

—Ni hablar, “león” es ese otro, el de la melena.

—Eres imposible. Al menos te gustará tu nombre, ¿no?

—No creas. He pensado en cambiármelo también pero, por ahora, no encuentro otro que me guste más. ¿Eva? no sé, no sé…

Adán dio media vuelta y se fue. Llamó a Dios y le dijo:

—La mujer que me has dado como compañera no me deja tranquilo, me cuestiona todo lo que hago y no para hasta que consigue lo que  quiere. Es insufrible.

—Lo sé, yo la creé.

—No le parece bien nada, todo lo cambia.

—Sí, a mí también me hecho sugerencias: Que cambie montañas de sitio porque ahí no pegan con el resto del paisaje, que más al fondo estarían mejor… que si este río iría mejor por allí, que aquél volcán hace demasiado ruido y explota demasiado, que si el sol dura poco, que la luna quedaría  mucho mejor si siempre estuviese redonda… Me sugirió, también, algunas modificaciones en los animales y las plantas, en su aspecto y ¿sabes Adán? Puede que tenga razón. Definitivamente voy a hacerle caso, los cambios mejoran mi “Obra”. Lo llamaré “Evolución”.

Adán, enfadado y molesto por la actitud de Dios que parecía también ceder ante Eva, se fue a sentar a la sombra del árbol del bien y del mal. Dios les había prohibido comer de su fruto pero arrancó uno de ellos y se lo comió en unos pocos bocados.

Cuando Dios los echó del Paraíso y preguntó a Adán que por qué comió del árbol prohibido, el hombre le dijo:

—Eva no hacía más que repetirme que debo comer más fruta, que es muy sana y como parece tener razón en todo, le hice caso.

CARMEN FABRE.










8 comentarios:

Manuel dijo...

Y así hasta hoy...

Rosa del Aire dijo...

¡Ja,ja,já!Buen cambio..,

Emilio Porta dijo...

Es absolutamente genial. Ya sabes que este tipo de relatos a mi me fascina. Ponerle algo de sentido del humor de vez en cuando a la vida es muy necesario para el sistema límbico... incluso para respirar y que el cuerpo se lleve bien consigo mismo, je, je. Fantástica esta Eva, Carmen. Y real e imaginada a la vez... como la evolución misma :-) Menuda escritora. Una profesional - y de las buenas - como bien dice alguna compañera.

carmen fabre dijo...

Bueno, bueno Manuel, no sé, no sé.. jejej.

Gracias.

carmen fabre dijo...

Gracias Rosa del aire un placer notarte por aquí.

Un beso.

carmen fabre dijo...

Emilio el sentido del humor es imprescindible, siempre.

Gracias, como siempre, por tu amable comentario.

Besos

Vichoff dijo...

Ays, por dior, que no había dicho yo nada de este relato tan bueno, con lo que a mí me gustan las historias "dadas la vuelta"...
Y además ingenio y humor...
Ná, que es genial, mari, y me encanta.
Un abrazo, preciosa.

Mari Carmen Azkona dijo...

Mira que eres ingeniosa... No te imaginas lo que disfruté leyendo este texto. Humor y buena literatura, ¿se puede pedir más? Yo creo que no. Felicidades.

Besos y un fuerte abrazo

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