EVA.
—Yo llamaría al animal con coraza “armadillo” en vez de “dragón”.
—¿Ya empezamos? Estoy harto, me has hecho cambiar de nombre
a docenas de criaturas.
—Es que no le pega.
—Pues Dios me lo encargó a mí, bonita, y me gusta el nombre
de “dragón”.
—Ah no, eso sí que no, lo dijo en plural, que me acuerdo muy
bien.
—Ya pero a ti te hizo de una costilla mía así que yo estaba
antes, tengo prioridad.
—Si es que lo haces fatal. Tienes que mirar al animal y
deducir por su aspecto el nombre que le va mejor. Es muy divertido, verás.
—¿Ves a aquel que tiene el cuello muy largo? Pues se tiene
que llamar “jirafa”.
—¿Jirafa? Qué clase de nombre es ese? Yo pensaba en algo
mucho mejor: “león”.
—Ni hablar, “león” es ese otro, el de la melena.
—Eres imposible. Al menos te gustará tu nombre, ¿no?
—No creas. He pensado en cambiármelo también pero, por
ahora, no encuentro otro que me guste más. ¿Eva? no sé, no sé…
Adán dio media vuelta y se fue. Llamó a Dios y le dijo:
—La mujer que me has dado como compañera no me deja tranquilo,
me cuestiona todo lo que hago y no para hasta que consigue lo que quiere. Es insufrible.
—Lo sé, yo la creé.
—No le parece bien nada, todo lo cambia.
—Sí, a mí también me hecho sugerencias: Que cambie montañas
de sitio porque ahí no pegan con el resto del paisaje, que más al fondo
estarían mejor… que si este río iría mejor por allí, que aquél volcán hace
demasiado ruido y explota demasiado, que si el sol dura poco, que la luna
quedaría mucho mejor si siempre
estuviese redonda… Me sugirió, también, algunas modificaciones en los animales
y las plantas, en su aspecto y ¿sabes Adán? Puede que tenga razón.
Definitivamente voy a hacerle caso, los cambios mejoran mi “Obra”. Lo llamaré
“Evolución”.
Adán, enfadado y molesto por la actitud de Dios que parecía
también ceder ante Eva, se fue a sentar a la sombra del árbol del bien y del
mal. Dios les había prohibido comer de su fruto pero arrancó uno de ellos y se
lo comió en unos pocos bocados.
Cuando Dios los echó del Paraíso y preguntó a Adán que por
qué comió del árbol prohibido, el hombre le dijo:
—Eva no hacía más que repetirme que debo comer más fruta,
que es muy sana y como parece tener razón en todo, le hice caso.
CARMEN FABRE.
8 comentarios:
Y así hasta hoy...
¡Ja,ja,já!Buen cambio..,
Es absolutamente genial. Ya sabes que este tipo de relatos a mi me fascina. Ponerle algo de sentido del humor de vez en cuando a la vida es muy necesario para el sistema límbico... incluso para respirar y que el cuerpo se lleve bien consigo mismo, je, je. Fantástica esta Eva, Carmen. Y real e imaginada a la vez... como la evolución misma :-) Menuda escritora. Una profesional - y de las buenas - como bien dice alguna compañera.
Bueno, bueno Manuel, no sé, no sé.. jejej.
Gracias.
Gracias Rosa del aire un placer notarte por aquí.
Un beso.
Emilio el sentido del humor es imprescindible, siempre.
Gracias, como siempre, por tu amable comentario.
Besos
Ays, por dior, que no había dicho yo nada de este relato tan bueno, con lo que a mí me gustan las historias "dadas la vuelta"...
Y además ingenio y humor...
Ná, que es genial, mari, y me encanta.
Un abrazo, preciosa.
Mira que eres ingeniosa... No te imaginas lo que disfruté leyendo este texto. Humor y buena literatura, ¿se puede pedir más? Yo creo que no. Felicidades.
Besos y un fuerte abrazo
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