RÉQUIEM.
El chirrriar de las bisagras de la puerta le alertó de que alguien había entrado en
casa.
Un crujido tenue de la madera del suelo le puso en guardia y
el ruido al amartillar una pistola le alarmó de modo considerable.
Y ya, a continuación, el estallido fuerte y seco de un
disparo acabó por componer la melodía del
Réquiem que, indefectiblemente, preludiaba su muerte.
CARMEN FABRE.
2 comentarios:
Conciso, contundente y directo como un balazo. Muy bueno, Carmen.
Besos.
Niña, da miedo y tó!
Un gran ejercicio, compañera. Mua!
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