viernes, 5 de diciembre de 2014

PERIPATÉTICOS

PERIPATÉTICOS.

Pedro entra en la habitación. Huele a viejo, a decrepitud y a ruina. Hay dos camas desechas. En una de ellas se adivina un cuerpo vuelto de espaldas a la puerta.

 En medio de la estancia hay una mesa, debajo de una de las patas  un cartón marrón doblado en varias partes  ajusta su altura a de las tres restantes.

 Encima de la mesa un transistor emite sonidos ininteligibles mezcla de música árabe y ruidos  estridentes en forma de pitidos,  no se entiende nada pero acompaña.

Pedro se sienta junto a la mesa en una banqueta también coja cerca de una estufa eléctrica al rojo vivo.

Un movimiento detrás de él que le hace girar la mirada y ve una figura levantarse de una de las camas. Se sienta en ella y se calza, con esfuerzo, unas pantuflas de pana marrón. Al cabo de un tiempo avanza hacia él.

—Buenas noches.

—Buenas noches—contesta Pedro.

—Me llamo Juan.

—Yo Pedro.

Ajustándose la ropa Juan se sienta en otra banqueta cerca de Pedro y la estufa. Saca un paquete de cigarrillos arrugado.

—¿Me das uno?—.Yo no fumo pero… ¿me das uno?—dice Pedro.

—Yo tampoco—.Aunque siempre los tengo por si acaso empiezo a fumar, quién sabe…venga, no se corte. Tome, tome uno.

—No, de ninguna manera, si usted va a iniciarse en el vicio de fumar, espero a que lo haga…Faltaría más.

—No he decidido aún el día, pero cualquiera de éstos empiezo, todo es ponerse a ello, ya sabe.

—Ya, ya sé…Y entonces, ¿usted nunca ha fumado?

—No, es que padezco de fuertes accesos de tos, como los fumadores, pero no tan intensos, más bien parecen de un trancazo. En cuanto se me pasen empiezo a fumar. Tengo ganas, es algo    pendiente desde hace tiempo.

—Entiendo. Está esperando a dejar de toser para empezar a fumar. Buena idea y mejor conclusión.

—Sí. Y cuando empiece a fumar tendré ataques de tos, como es debido, contundentes, rotundos ataques de tos de un gran fumador, sí señor.

—Contundentes, eso es.

—Bueno, pues entonces esperaremos juntos, si  no le importa.

—Vale. Cuando empiece me avisa, así no lo hace usted solo, siempre es mejor acompañado.

—Desde luego que le avisaré, faltaría más.

—Gracias. Entonces  me vuelvo a la cama, Pedro.  Pero no se le ocurra empezar sin mí…

—Buenas noches, Juan.

—Hasta mañana, Pedro.

CARMEN FABRE.


2 comentarios:

Mari Carmen Azkona dijo...

Como debe ser, las cosas se hacen en condiciones o no se hacen :-)

He disfrutado leyendo el texto; Carmen, tanto como lo hice en su día… y eso dice mucho de tu calidad literaria. No todo lo escrito resiste el paso del tiempo.

Besos y abrazos.

carmen fabre dijo...

Gracias ,querida amiga..Está retocado, es algo que voy haciendo con mis primeros textos.

Un beso grande

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