PERIPATÉTICOS.
Pedro entra en la habitación. Huele a viejo, a decrepitud y
a ruina. Hay dos camas desechas. En una de ellas se adivina un cuerpo vuelto de
espaldas a la puerta.
En medio de la
estancia hay una mesa, debajo de una de las patas un cartón marrón doblado en varias
partes ajusta su altura a de las tres
restantes.
Encima de la mesa un
transistor emite sonidos ininteligibles mezcla de música árabe y ruidos estridentes en forma de pitidos, no se entiende nada pero acompaña.
Pedro se sienta junto a la mesa en una banqueta también coja
cerca de una estufa eléctrica al rojo vivo.
Un movimiento detrás de él que le hace girar la mirada y ve
una figura levantarse de una de las camas. Se sienta en ella y se calza, con
esfuerzo, unas pantuflas de pana marrón. Al cabo de un tiempo avanza hacia él.
—Buenas noches.
—Buenas noches—contesta Pedro.
—Me llamo Juan.
—Yo Pedro.
Ajustándose la ropa Juan se sienta en otra banqueta cerca de
Pedro y la estufa. Saca un paquete de cigarrillos arrugado.
—¿Me das uno?—.Yo no fumo pero… ¿me das uno?—dice Pedro.
—Yo tampoco—.Aunque siempre los tengo por si acaso empiezo a
fumar, quién sabe…venga, no se corte. Tome, tome uno.
—No, de ninguna manera, si usted va a iniciarse en el vicio
de fumar, espero a que lo haga…Faltaría más.
—No he decidido aún el día, pero cualquiera de éstos
empiezo, todo es ponerse a ello, ya sabe.
—Ya, ya sé…Y entonces, ¿usted nunca ha fumado?
—No, es que padezco de fuertes accesos de tos, como los
fumadores, pero no tan intensos, más bien parecen de un trancazo. En cuanto se
me pasen empiezo a fumar. Tengo ganas, es algo pendiente desde hace tiempo.
—Entiendo. Está esperando a dejar de toser para empezar a fumar.
Buena idea y mejor conclusión.
—Sí. Y cuando empiece a fumar tendré ataques de tos, como es
debido, contundentes, rotundos ataques de tos de un gran fumador, sí señor.
—Contundentes, eso es.
—Bueno, pues entonces esperaremos juntos, si no le importa.
—Vale. Cuando empiece me avisa, así no lo hace usted solo,
siempre es mejor acompañado.
—Desde luego que le avisaré, faltaría más.
—Gracias. Entonces me
vuelvo a la cama, Pedro. Pero no se le
ocurra empezar sin mí…
—Buenas noches, Juan.
—Hasta mañana, Pedro.
CARMEN FABRE.
2 comentarios:
Como debe ser, las cosas se hacen en condiciones o no se hacen :-)
He disfrutado leyendo el texto; Carmen, tanto como lo hice en su día… y eso dice mucho de tu calidad literaria. No todo lo escrito resiste el paso del tiempo.
Besos y abrazos.
Gracias ,querida amiga..Está retocado, es algo que voy haciendo con mis primeros textos.
Un beso grande
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Gracias por visitarme.