PRESAGIO.
Nunca comprendió el porqué, pero ese día al entrar en la
habitación lo supo al instante. No hubo
sorpresa alguna.
Se encontró con la realidad
de la mentira, del engaño en toda su crudeza. Lo sospechaba hace
tiempo pero detalles como la forma de la almohada, la arruga de la colcha
, la posición del embozo, el libro de su mesilla y algo imperceptible que
flotaba en el aire, se lo confirmaron.
Clara llegó en ese momento. Se miraron, no hizo falta más. Adivinó que
Fernando lo sabía.
Ella no necesitó excusas ni él
exigió perdones.
CARMEN FABRE.
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