Números complejos.
Éramos la ecuación perfecta. Dos
términos sin orden de prioridad, sin necesidad de igualdad.
Prometimos multiplicarnos dando un resultado
exacto. Fuimos la excepción que
confirmaba cualquier regla de la probabilidad; pero un día me dijo que por fin había despejado la
incógnita de su mente y que tenía el corazón dividido, fraccionado… Nuestra ecuación
se convirtió en irracional. Sin solución
dentro del campo de los números reales
Confesó haber encontrado un
límite que le prometía el infinito y que no tendía a cero, como yo.
Se fue, pero nunca podré olvidar su imagen,
tan atractiva, de variable dependiente intentando ser independiente.
C.FABRE
4 comentarios:
Que las ciencias puras se cuelen en nuestras vísceras refuerza la idea de que el Universo es infinito en su perfección matemática.
Me encanta esta idea de transversalidad, alejada de estereotipos y cuadraturas mentales, a fin de cuentas, las relaciones humanas son así.
Un abrazo, Maricarmen.
Muchísimas gracias, Esther. Un beso grande.
Un juego matemático sin precedentes. Las ciencias exactas, sin embargo, no casan bien con el amor y a veces resulta muy difícil resolver el problema.
Muy original esta incursión matemática en tu relato.
Un abrazo.
Muchas gracias, Josep. Un beso grande.
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