“Eres libre, puedes irte donde quieras”-dijiste.
En ese momento perdí todos los mapas, mi brújula dejó de
orientar, las puertas y las ventanas se cerraron y fue el dolor, una senda sin horizonte, el que se mostró
ante mí.
CARMEN FABRE
Si hay un paraíso, el mío sería una Biblioteca...
7 comentarios:
Qué fácil dices lo difícil. La soledad a veces nos sorprende cuando se convierte en lo que antes no supimos bién qué era.
Un abrazo.
La libertad, siempre tan necesaria, a veces se nos muestra dolorosa en el camino.
Un abrazo enorme y agradecido, Carmen.
El dolor, a veces, también libera. Cuando se asume y se supera, libera de la causa que lo produce. Hay que escapar de aquellos que causan dolor y daño. Gran entrada, Carmen. Ya sabes que lo escrito, una vez escrito, pertenece no solo al que lo escribe, sino al que lo lee :-)
Carmen lo que me dices es tremendamente agradable, muchas gracias.
La soledad cuando viene de golpe, aunque la hayas deseado muchas veces, sorprende y cuesta habituarse a ella.
Un abrazo grande y me alegra que ya puedas comentar, siempre serás bienvenida, amiga.
Esa es la idea, Laura. Si te acostumbras/an a vivir sin ella cuando la consigues da miedo... pero dura poco ;)-
Besos y abrazos.
El dolor, Emilio, ese dolor no localizado en ningún órgano y en todos no tiene más tratamiento que el tiempo, pero no es éste el que lo cura si no tú con ayuda del mismo.
La libertad, la soledad deseada , el intimismo conseguido por el camino del dolor y la pérdida( no hablo de la muerte ) se afianzan más cada día. Se amalgaman en tu personalidad y forjan el carácter.
Un abrazo y, como siempre, gracias.
Decía alguien que las cadenas de la esclavitud solo atan las manos y que es la mente la que hace al humano libre o esclavo. Besos, Carmen.
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