martes, 14 de mayo de 2013

TERAPIA.


TERAPIA.

Llegó a su casa agotada después de un día de trabajo espantoso. Se sentó, abrió el ordenador y comenzó a escribir; era parte de la terapia y se esforzaba en cumplirla. Sus dedos circulaban por el teclado deslizándose suavemente, creando historias que nadie,  ni ella misma, volvería a leer. Las palabras morían una tras otra sin clemencia, las mataba después de escritas, sin indulgencia alguna.

 Lo mismo hará mañana y pasado y al otro… Y cientos de historias morirán mientras ella se sienta vacía.

CARMEN FABRE


6 comentarios:

Vichoff dijo...

Qué duro ese final, Carmen, qué pena me da que esas historias mueran.
Pero el relato es uma pequeña maravilla.
Un abrazo enorme.

Ana Galán dijo...

Carmen, qué bueno pero que triste. Qué no nos ocurra nunca eso. Aunque pensándolo bien, yo me cargo palabras y versos enteros. A veces a pares. Mea culpa. Un beso.

Emilio Porta dijo...

Inteligente. Espléndido. Diferente. Y profundo y real como la vida misma. Me gusta mucho este micro, Carmen.

carmen fabre dijo...

Sí, es duro. Últimamente me salen textos así, será el cansancio de fin de curso.. Me alegro de que te haya gustado, Fefa.

Un beso.

carmen fabre dijo...

Ana es que no paras de corregir, el remedio es publicar, ya sabes, a ver si te animas.

Besos y gracias.

carmen fabre dijo...

Gracias Emilio. Tú siempre animando.

Un beso.

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