JUNTOS.
Quedamos para cumplir con lo pactado en el puente viejo, a
la hora en que las sombras se adueñan de la luz, nuestra hora de contacto
virtual diario.
Cada uno de nosotros
conocía sus razones para hacerlo y la decisión de que nos acompañaríamos hasta
el último momento fue inmediata.
La reconocería por el echarpe de flecos rojos con el que
aparece en casi todas sus fotos y ella a mí por el borsalino negro.
Nos besamos, antes con los ojos que con la boca, y cogimos
de la mano.
—¿Preparada? ¿Alguna duda?
—Ninguna.
Y juntos saltamos hacia el río.
CARMEN FABRE.
5 comentarios:
¡Qué bueno, Carmen! Me encanta. Un besito.
Y yo que me esperaba otro final… No sé cómo lo consigues, Carmen, pero siempre me sorprendes. Buen e impactante relato, de los que no dejan indiferente a nadie.
Besos y abrazos.
Gracias Mila, un beso grande.
Me alegro de que te sorprendiera, esa era la intención, Mari Carmen.
Un abrazo y muchas gracias.
Qué historia tan densa en tan pocas palabras! Magnífico, Carmen.
Besos!!
Publicar un comentario
Gracias por visitarme.