martes, 7 de octubre de 2014

GRITO.


GRITO.

Me gusta gritar.

Grito  a mi  imagen en el espejo, grito al móvil, a la televisión, al mando a distancia, a la tostadora, al teléfono, a las facturas, al policía, a la fachada del banco de la esquina, a las p.  llaves que no encuentro…

Incluso he gritado agitando el puño hacia el cielo y realizando juramentos eternos.

 Ayer tuve una sesión impresionante de gritos  con la puerta del garaje, digna de figurar en una antología, si la hubiera o hubiese, de monólogos con objetos inanimados.

 Pero el mayor placer, la mayor satisfacción en mi habitual desahogo a gritos ocurre los domingos, durante el fútbol, en noventa minutos descargo toda la tensión acumulada y mis gritos alcanzan una perfección inigualable: grito al fondo sur, grito pidiendo alcohol (yo, que solo tomo un sorbito de vino), grito al hincha de delante, grito a los jugadores y al árbitro.

 Es una sensación extraordinaria, inigualable. Salgo del campo como nuevo, dispuesto a hacer mi trabajo con energías renovadas y el ánimo a punto.

Al  volver a mi casa me cambio de atuendo. Llego con tiempo suficiente para confesar y celebrar la misa de ocho.

CARMEN FABRE



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4 comentarios:

Lana Pradera dijo...

Es un relato muy bueno, Carmen, con ese final inesperado que tanto gusta en los micros
Fue un placer conocerte.
Muchos besos.

Lana Pradera dijo...

Es un relato muy bueno, Carmen, con ese final inesperado que gusta en todos los micros.
Fue un placer conocerte.
Muchos besos.

Vichoff dijo...

Jeje... Me has sorprendido, reina de picas. Muy bueno.
:-)
Un abrazo.

Rosa del Aire dijo...

Estupendo grito, al que sin duda añadirás los de estos últimos días.
Un abrazo.

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