domingo, 7 de junio de 2015

ESETEEMECE.


“ESETEMECE”.

Carlos apostó con cautela por el cambio que en su vida  representaba la presencia de Laura.
Cincuenta y cinco años y un divorcio complicado a sus espaldas, pesaban mucho.

 Justo en el momento oportuno apareció ella, casi treinta años más joven con una vitalidad extraordinaria. Se enamoró y lo que le pareció un pequeño milagro, ella de él también.

Era el tipo de amor que le hacía rozar la felicidad y el asombro  pero, a la vez, le producía una angustia extraña y sutil de la que no conseguía deshacerse del todo. Temía que se acabara. Su inseguridad no le permitía disfrutar del momento. Se repetía: “Carpe diem, carpe diem…” A veces lo lograba y dejaba de vislumbrar un futuro de abandono y soledad. Entonces se sentía afortunado, muy afortunado.

Laura le aseguraba que la diferencia de edad no era importante para ella, pero él  seguía temiendo que, en algún momento, comenzase a serlo. Por eso se preocupaba por su aspecto y por estar más o menos al día en los temas que a ella le interesaban: música, tecnología, cine etc.

Un  lunes, después de un fin de semana agitado en el que predominaron los momentos  algo conflictivos, recibió un sms del móvil de Laura :” stmc”. Ni más, ni menos.

¿Stmc? Ni idea de lo que quería comunicarle Laura con ese mensaje. Maldito lenguaje. Qué manía de apocopar todo, de no poner vocales y de suprimir, incluso, consonantes.

¿Esetemece?¿Qué demonios querría decir ese galimatías? No iba a llamarla para preguntárselo, lo que faltaba, justo lo que faltaba para que Laura pensase que era un inepto, así que decidió  consultar con alguien el posible significado de aquello.

En el trabajo se acercó a Juan  un becario de más o menos la misma edad de Laura, se lo enseñó y  él mirándole compasivamente le dijo:

—Lo siento, tío, te abandona. Está claro lo que significa:“ Se TerMinó, Carlos”


Miró con perplejidad la pantalla del móvil mientras Juan iba hacia la oficina de Márquez a llevarle unos documentos  y, a la vez,  le daba unos pequeños golpecitos en la espalda, a modo de conmiseración. Aquello no podía ser, de dejarle Laura no lo haría de esa manera, jamás.

Esperando el ascensor coincidió con  María una compañera de otro departamento y le enseñó el mensaje. ¿Qué quiere decir, María?

—¡Anda¡ qué suerte¡ ¿ No teníais pensado iros de viaje a Andalucía? Pues está clarísimo: Sevilla, TeneMos Casa”.

—Lo vais  a pasar estupendamente, Sevilla en otoño es precioso a mí me gusta casi más que en primavera.

Imposible, hace unos días, antes del fin de semana,  decidieron que irían al norte,  ya habían empezado a mirar billetes y alojamiento. Tampoco era eso  lo que decía o quería decir Laura.

Ya lo daba por imposible de resolver y estaba mirando fijamente el mensaje cuando Antonio, otro divorciado como él, asomó la cabeza por encima de su hombro y le  dijo:

—¡Carlos, qué suerte tienes ¡Ojalá una mujer como Laura me mandase a mí un sms parecido:
“Sexo, TeMa, Cama”.

Ni hablar, Laura nunca habría enviado algo así mediante un mensaje de móvil, no era su estilo.
Decidió no pensar más en ello y que cuando viese a Laura le preguntaría directamente, sin el más mínimo temor qué significaba.

Al anochecer llegó a casa y ahí estaba Laura como siempre .Le  dio un beso, Carlos se la quedó mirando en silencio durante unos instantes, estaba bellísima.

Ella hablaba y hablaba de cómo le había ido el día, de sus amigas, del viaje al norte…El fin de semana no parecía tener consecuencias, o él le había dado más importancia de la que tenía a causa de su permanente inseguridad. Y en un momento de la charla dijo:

—Por cierto, no acabo de manejarme bien con el nuevo móvil, hoy te he mandado un mensaje que no tiene sentido.  No logro hacerme con el teclado de  la pantalla.

CARMEN FABRE.




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1 comentarios:

Josep Mª Panadés dijo...

Jajaja. Muy bueno. Tanto preocuparse para nada. Lo que hace la inseguridad. Siempre es mucho mejor preguntar, ser directo, que romperse la cabeza con ideas vagas y, como en este caso, equivocadas.
Un abrazo.

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