“ESETEMECE”.
Carlos apostó con cautela por el
cambio que en su vida representaba la
presencia de Laura.
Cincuenta y cinco años y un
divorcio complicado a sus espaldas, pesaban mucho.
Justo en el momento oportuno apareció ella,
casi treinta años más joven con una vitalidad extraordinaria. Se enamoró y lo
que le pareció un pequeño milagro, ella de él también.
Era el tipo de amor que le hacía
rozar la felicidad y el asombro pero, a
la vez, le producía una angustia extraña y sutil de la que no conseguía
deshacerse del todo. Temía que se acabara. Su inseguridad no le permitía
disfrutar del momento. Se repetía: “Carpe diem, carpe diem…” A veces lo lograba
y dejaba de vislumbrar un futuro de abandono y soledad. Entonces se sentía
afortunado, muy afortunado.
Laura le aseguraba que la
diferencia de edad no era importante para ella, pero él seguía temiendo que, en algún momento, comenzase
a serlo. Por eso se preocupaba por su aspecto y por estar más o menos al día en
los temas que a ella le interesaban: música, tecnología, cine etc.
Un lunes, después de un fin de semana agitado en
el que predominaron los momentos algo conflictivos,
recibió un sms del móvil de Laura :” stmc”.
Ni más, ni menos.
¿Stmc? Ni idea de lo que quería comunicarle Laura con ese mensaje. Maldito
lenguaje. Qué manía de apocopar todo, de no poner vocales y de suprimir,
incluso, consonantes.
¿Esetemece?¿Qué demonios querría decir ese galimatías? No iba a llamarla
para preguntárselo, lo que faltaba, justo lo que faltaba para que Laura pensase
que era un inepto, así que decidió consultar con alguien el posible significado
de aquello.
En el trabajo se acercó a
Juan un becario de más o menos la misma
edad de Laura, se lo enseñó y él
mirándole compasivamente le dijo:
—Lo siento, tío, te abandona. Está
claro lo que significa:“ Se TerMinó, Carlos”
Miró con perplejidad la pantalla
del móvil mientras Juan iba hacia la oficina de Márquez a llevarle unos
documentos y, a la vez, le daba unos pequeños golpecitos en la
espalda, a modo de conmiseración. Aquello no podía ser, de dejarle Laura no lo
haría de esa manera, jamás.
Esperando el ascensor coincidió
con María una compañera de otro
departamento y le enseñó el mensaje. ¿Qué quiere decir, María?
—¡Anda¡ qué suerte¡ ¿ No teníais
pensado iros de viaje a Andalucía? Pues está clarísimo: “ Sevilla, TeneMos Casa”.
—Lo vais a pasar estupendamente, Sevilla en otoño es
precioso a mí me gusta casi más que en primavera.
Imposible, hace unos días, antes
del fin de semana, decidieron que irían al
norte, ya habían empezado a mirar
billetes y alojamiento. Tampoco era eso lo que decía o quería decir Laura.
Ya lo daba por imposible de
resolver y estaba mirando fijamente el mensaje cuando Antonio, otro divorciado
como él, asomó la cabeza por encima de su hombro y le dijo:
—¡Carlos, qué suerte tienes ¡Ojalá
una mujer como Laura me mandase a mí un sms parecido:
“Sexo, TeMa, Cama”.
Ni hablar, Laura nunca habría
enviado algo así mediante un mensaje de móvil, no era su estilo.
Decidió no pensar más en ello y
que cuando viese a Laura le preguntaría directamente, sin el más mínimo temor
qué significaba.
Al anochecer llegó a casa y ahí
estaba Laura como siempre .Le dio un
beso, Carlos se la quedó mirando en silencio durante unos instantes, estaba
bellísima.
Ella hablaba y hablaba de cómo le
había ido el día, de sus amigas, del viaje al norte…El fin de semana no parecía
tener consecuencias, o él le había dado más importancia de la que tenía a causa
de su permanente inseguridad. Y en un momento de la charla dijo:
—Por cierto, no acabo de
manejarme bien con el nuevo móvil, hoy te he mandado un mensaje que no tiene
sentido. No logro hacerme con el teclado
de la pantalla.
CARMEN FABRE.
.
1 comentarios:
Jajaja. Muy bueno. Tanto preocuparse para nada. Lo que hace la inseguridad. Siempre es mucho mejor preguntar, ser directo, que romperse la cabeza con ideas vagas y, como en este caso, equivocadas.
Un abrazo.
Publicar un comentario
Gracias por visitarme.