EL COLOR.
Cada paso que da y que se hunde en la nieve es un intento de
arañar a la estepa unos pocos milímetros de vida.
El soldado, envuelto en un abrigo grueso prácticamente
destrozado, es apenas una sombra en medio de la ventisca.
Lleva varios trozos de tela envolviendo la cabeza y un casco
hundido; en los pies tres pares de calcetines y un par de botas medio rotas
robadas a un cadáver, lo mismo que el abrigo. Debajo de él y entre la guerrera,
ha puesto paja y trozos de papel para mitigar el viento helado que se cuela,
inmisericorde, por cualquier descosido o roto. La nieve le azota clavándose
como agujas en la parte del rostro que queda al descubierto, hace tres días que
no se lleva al estómago más que algún puñado de nieve. Si tuviera fuerzas, lloraría.
El dolor del frío, desgarra los dedos de manos y pies
mordiendo, royendo incansablemente con
sus dientes de hielo, ya casi no los siente; en la barba y las pestañas
cristaliza la nieve quebrándose ante cualquier movimiento. Sobrevive en cada
paso, en cada sonido emitido por la
nieve al hundir sus botas en ella, como un quejido seco, como un reproche al romper su perfección.
A lo lejos escucha el tableteo de un arma disparando, no le
preocupa de qué bando provienen las
balas; la guerra, esta maldita guerra, le incumbe, ahora, menos que nunca. Si el horizonte helado e
infinitamente blanco sigue alejándose, se matará.
Pasa el tiempo, no es consciente de su medida, levanta los
párpados y vislumbra a través de las pestañas heladas una casa, o lo que queda
de ella. Hace un esfuerzo y acelera la marcha. Siente la lengua hinchada, el
pecho le duele al entrar el aire helado y las piernas prácticamente no le
responden, pero avanza…Saca del bolsillo del abrigo una pistola P38 .
Casi al llegar a la casa un disparo resuena en el vacío de
la estepa, cae de rodillas, suelta el arma y se agarra el estómago, en un hilo
de voz dice: Oh mein Gott!
Alguien con un fusil Kar 98K asido
con fuerza se acerca lentamente, le mira
asombrado y dice:
-¿Qué has dicho? Pero si tu abrigo es verde ¡Eres.. tienes
que ser ruso¡
El soldado, desde el suelo, le mira y con esfuerzo, contesta:
-¡Qué más da el color ...¡
CARMEN FABRE
6 comentarios:
Qué gran relato, Carmen. Lo has hecho tan bien que me has puesto la escena delante de los ojos.
Sei grande, cara.
Un abrazo enorme.
Gracias Fefa.. Un beso¡
Precioso el relato. Y el blog magnífico.
Gracias Mara, un beso grande¡¡
Impresionante el relato, Carmen. Pero, además, pura poesía. Mira, esto es lo que he leído nada más enfrentarme a él esta mañana:
Cada paso que da y que se hunde en la nieve
es un intento de arañar
a la estepa unos pocos milímetros de vida...
Es decir: dos alejandrinos que rodean a un eneasílabo acentuado en 4ª y 8ª...
ESO ES POESIA.
Y el resto del relato, en la misma línea, pura sensibilidad.
Un beso.
Qué comentario, Manuel. No sé ni qué decir. Un abrazo grande¡¡
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