viernes, 15 de febrero de 2013

EL COLOR



EL COLOR.

Cada paso que da y que se hunde en la nieve es un intento de arañar a la estepa unos pocos milímetros de vida.

El soldado, envuelto en un abrigo grueso prácticamente destrozado, es apenas una sombra en medio de la ventisca.

Lleva varios trozos de tela envolviendo la cabeza y un casco hundido; en los pies tres pares de calcetines y un par de botas medio rotas robadas a un cadáver, lo mismo que el abrigo. Debajo de él y entre la guerrera, ha puesto paja y trozos de papel para mitigar el viento helado que se cuela, inmisericorde, por cualquier descosido o roto. La nieve le azota clavándose como agujas en la parte del rostro que queda al descubierto, hace tres días que no se lleva al estómago más que algún puñado de nieve. Si tuviera fuerzas, lloraría.

El dolor del frío, desgarra los dedos de manos y pies mordiendo, royendo  incansablemente con sus dientes de hielo, ya casi no los siente; en la barba y las pestañas cristaliza la nieve quebrándose ante cualquier movimiento. Sobrevive en cada paso,  en cada sonido emitido por la nieve al hundir sus botas en ella, como un quejido seco, como  un reproche al romper su perfección.

A lo lejos escucha el tableteo de un arma disparando, no le preocupa  de qué bando provienen las balas; la guerra, esta maldita guerra, le incumbe, ahora,  menos que nunca. Si el horizonte helado e infinitamente blanco sigue alejándose, se matará.

Pasa el tiempo, no es consciente de su medida, levanta los párpados y vislumbra a través de las pestañas heladas una casa, o lo que queda de ella. Hace un esfuerzo y acelera la marcha. Siente la lengua hinchada, el pecho le duele al entrar el aire helado y las piernas prácticamente no le responden, pero avanza…Saca del bolsillo del abrigo una pistola P38 .

Casi al llegar a la casa un disparo resuena en el vacío de la estepa, cae de rodillas, suelta el arma y se agarra el estómago, en un hilo de voz dice: Oh mein Gott!

Alguien con un fusil Kar 98K   asido con fuerza  se acerca lentamente, le mira  asombrado y dice:
-¿Qué has dicho? Pero si tu abrigo es verde ¡Eres.. tienes que ser ruso¡

El soldado, desde el suelo, le mira y con esfuerzo, contesta:

-¡Qué más da el color ...¡

CARMEN FABRE




6 comentarios:

Vichoff dijo...

Qué gran relato, Carmen. Lo has hecho tan bien que me has puesto la escena delante de los ojos.
Sei grande, cara.

Un abrazo enorme.

carmen fabre dijo...

Gracias Fefa.. Un beso¡

Unknown dijo...

Precioso el relato. Y el blog magnífico.

carmen fabre dijo...

Gracias Mara, un beso grande¡¡

Manuel dijo...

Impresionante el relato, Carmen. Pero, además, pura poesía. Mira, esto es lo que he leído nada más enfrentarme a él esta mañana:

Cada paso que da y que se hunde en la nieve
es un intento de arañar
a la estepa unos pocos milímetros de vida...

Es decir: dos alejandrinos que rodean a un eneasílabo acentuado en 4ª y 8ª...

ESO ES POESIA.

Y el resto del relato, en la misma línea, pura sensibilidad.

Un beso.

carmen fabre dijo...

Qué comentario, Manuel. No sé ni qué decir. Un abrazo grande¡¡

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