lunes, 17 de junio de 2013

¿FUEGO...?


¿FUEGO…?

 Me pidió fuego.

 Quedé absorto por sus ojos grises, profundos y por el timbre oscuro de su voz, pero yo no fumo y no llevaba un encendedor o cerillas.

 Desapareció.

Hace ya cinco años que empecé a  fumar y que recorro insistentemente, una y otra vez, cada tarde, la calle en que coincidimos; doblo la esquina  siempre con la esperanza de encontrarla.

No la he vuelto a ver.

Toso, enciendo un cigarrillo…, doblo la esquina, toso, enciendo otro cigarrillo… y vuelvo a doblar la esquina.


Nunca se sabe.

CARMEN FABRE.

7 comentarios:

Emilio Porta dijo...

Me gusta el estilo de frases cortas, de impacto, como sabes. De este relato - inteligente en la descripción de lo obsesivo y de lo anhelado - me quedo con ese vivir en la incertidumbre mezclada con la esperanza, el tono irónico del contenido y, sobre todo, cómo está escrito. Magnífico, Carmen.

Máximo Cano dijo...

Me ha encantado. Me gusta tu estilo. Volveré a leerte.
Saludos.

Unknown dijo...

¡Qué bueno, Carmela, qué bueno!

Con lo que me gusta a mi fumar.

Besos apretadisimos, primor.

carmen fabre dijo...

Emilio muchas gracias. Las frases cortas me daban un poco de miedo, no sabía si resultaban demasiado bruscas en el texto, veo que no.

Un abrazo y gracias otra vez¡

carmen fabre dijo...

Máximo muchas gracias, vuelve cuando quieras, un placer.

Besos.

carmen fabre dijo...

Hola Laura , ya , ya sé lo que te gusta fumar... muchos besos y gracias.

Rosa del Aire dijo...

Una esperanza y una obsesión bien desarrolladas.
Un abrazo Carmen.

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