lunes, 15 de junio de 2015

CINCO MINUTOS.

CINCO MINUTOS.

Salí antes del trabajo. La tarde se me había dado bien, terminé los informes más rápido de lo que pensaba y si me daba prisa llegaría a coger el tren de las 15.40.

Cuando estaba a punto de marcharme sonó el móvil, era Luisa, dudé entre atenderlo o dejar que saltara el buzón de voz, lo cogí y me entretuvo. Siempre era la misma conversación: problemas con su pareja, con su hija Elisa, con el trabajo…pero ella, aparte de una buena amiga de Carla, era también mi amiga. Vi cómo partía el tren. Esperaría al siguiente, el de las 15,45. Cinco minutos más o menos no importaban demasiado.

La circulación se ralentizó a causa de un pequeño accidente, algo había caído en las vías. En la estación las escaleras mecánicas no funcionaban, tres tramos subiendo a pie que se me hicieron interminables y  me avisaron de que debía dejar de fumar y, quizás, retomar la costumbre de ir al gimnasio. Me faltaba el resuello.

Ya en la calle recordé  que tenía encargadas en la farmacia las gafas de cerca y me pasé a buscarlas. De allí directamente a casa. Estaría bien pasar la tarde con Carla podríamos ir al cine a las sesión de seis  y luego tomar un café antes de volver a casa. Me apetecía mucho.

Al llegar al ascensor salió María, la vecina del cuarto derecha, buena gente pero indiscreta y con ganas de charla, siempre. No podía zafarme de ninguna manera, bueno, cinco minutos más o menos no importaban mucho.

—Hombre, Juan ¿Qué tal estáis? Hace mucho que no os veo a Carla y a ti ¿Todo bien? —me dijo prácticamente bloqueando la puerta del ascensor.

—Bien, bien, todo bien—contesté con una sonrisa algo forzada y haciendo un gesto para poder pasar al interior de la cabina—gracias, María, buenas tardes.

Llegué  a casa, abrí la puerta y vi  a Carla en ropa interior a punto de entrar en la cocina.

—Hola Juan—me dijo algo nerviosa —llegas pronto… te estaba preparando una sorpresa, ven.
Y me abrazó apasionadamente.

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Estupendo, se me ha dado muy bien la jornada. Podré salir antes y llegar a casa para darle una sorpresa a Carla. Si me doy prisa puedo tomar el tren de las 15.40. Suena el móvil… Es Luisa, mejor no lo cojo, es muy pesada y me va a entretener, precisamente hoy que puedo irme antes. No, definitivamente no, que deje el mensaje y luego la llamo.

Bien, ya estoy en el tren y la circulación es fluida, temía que a estas horas fuese más lenta, coincide con  la salida del trabajo de los que tienen   jornada continua. Ya estoy en la estación,  subo  las escaleras  mecánicas de dos en dos. Qué ganas de llegar a casa.

Paso cerca de la farmacia, debería recoger las gafas, seguro que han llegado ya, pero si lo hago me entretengo y no quiero. Esta tarde podríamos Carla y yo ir al cine y a tomar algo después, mientras  comentamos la película. Hace mucho que no salimos tranquilamente por la tarde,  normalmente cuando llego ya es prácticamente de noche  y no tengo ganas de nada. Me apetece un montón.

Llamo al ascensor y llega enseguida. Abro la puerta de casa y dejo las llaves en el “pongotodo” de la entrada. Sigo por el pasillo, oigo ruidos en nuestra habitación, abro la puerta y solo alcanzo a ver parte del cuerpo de Carla cubierto por el de un hombre…

Cinco minutos más o menos no importan, o eso solemos pensar.











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6 comentarios:

Vichoff dijo...

Qué bueno, reina de picas, qué rebueno.
Cómo nos gusta jugar al juego de las posibilidades.
Un abrazo enorme.

carmen fabre dijo...

Pues sí, jugamos a ¿qué habría pasado si...? O a ¿y si hubiese llamado?

Besos, reina

Mari Carmen Azkona dijo...

Parece mentira cómo puede cambiarnos la vida en cinco minutos… Me encantan los multiversos y si los visito de tu mano, mucho más. Buen relato.

Besos y abrazos

Josep Mª Panadés dijo...

Cinco minutos pueden ser la diferencia entre la vida y la muerte. Nunca sabemos qué ocurrirá si hacemos una cosa u otra. Un estupendo relato muy bien desarrollado y que da gusto leer.
Un abrazo.

carmen fabre dijo...

Gracias, Mari Carmen. La vida está llena de casualidades y elecciones.
Besos¡

carmen fabre dijo...

Efectivamente, Josep, así es.

Muchos besos y gracias¡

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